El tratamiento de los conductos. Consta de varias partes que deben hacerse una después de la otra.
La instrumentación es la más característica, no la más importante, y es que todas gozan de la misma importancia. Por ser un tratamiento en cadena, cada eslabón es igualmente necesario que el anterior y el siguiente, y el fallo en cualquiera de ellos, supondría el fracaso de la cadena entera. En nuestro caso, la cadena es en el tratamiento endodóntico.
Debemos conseguir un buen sellado para así poder garantizar el éxito del tratamiento, pero difícilmente podremos lograrlo si no hemos preparado de una forma conveniente el conducto, sí como tampoco podremos prepararlo de forma adecuada en el caso de que la apertura sea defectuosa y no nos permita manejar los instrumentos de una forma correcta.
Esta fase del tratamiento endodóntico recibe diferentes nombres, tales como son “limado”, o “ensanchamiento” de conductos, que hacen referencia a aspectos parciales del tratamiento. Otra denominación que es muy utilizada es la de “preparación biomecánica”, que engloba de una mejor manera todos los aspectos de los que consta esta fase del tratamiento. Pero sin lugar a dudas, el término que se emplea con una mayor frecuencia es el de “instrumentación”.
la instrumentación persigue la limpieza del conducto y la preparación para la fase de obturación en la que se realizará el sellado tridimensional del conducto radicular.
Todo ello debe ser conseguido respetando los tejidos periapicales, sobre todo el muñón pulpar, capaz de producir el cierre biológico mediante la aposición de cemento a nivel apical.
Así pues, con la instrumentación del conducto radicular queremos cubrir tres objetivos principales: limpieza del conducto, facilitar la obturación y permitir el cierre biológico apical. Vamos a desarrollar estos tres objetivos:
Consiste fundamentalmente en eliminar todo el contenido del conducto (pulpa sana o enferma, restos necróticos, etcétera). Además, deberemos dejar el conducto en condiciones biológicas aceptables para poder ser obturado.
En los procesos patológicos pulpares, no sólo afecta a la pulpa, sino también la dentina. Los odontoblastos se necrosarán, quedando sus restos en el interior del canalículo. Los canalículos pueden alojar también bacterias y productos de degradación que pueden contaminar otra vez el conducto.
Será preciso eliminar, por lo tanto, una parte de la pared del conducto. La situación ideal sería dejar un conducto totalmente aséptico, pero esto es utópico, sobre todo si tenemos en cuenta la existencia de conductos laterales, bifurcaciones, etcétera, que hacen que no sea un conducto aislado lo que tratamos, sino un sistema de conductos radiculares; y aunque realmente sólo hubiera un único conducto detectable, en los canalículos dentinarios siempre pueden quedar gérmenes o productos de degradación a los que no podamos acceder. Si esto sucede en muy pequeña cantidad y el sellado que realicemos impide la comunicación de los gérmenes con el exterior, serán incapaces de sobrevivir, obteniendo éxito clínico.
Queremos eliminar la infección del conducto, en el caso de que la hubiera, y así dejar el conducto con el mejor grado de contaminación que sea posible. Supongamos que el instrumental que utilizamos no está estéril, por ejemplo. El conducto podría parecer limpio, pero no estaría en las mejores condiciones biológicas posibles para una obturación.
Hay que tener en cuenta el material que vamos a utilizar para obturar, y el mejor del que disponemos para realizar esta tarea es la gutapercha. Debido a sus características físicas, no podríamos obturar en el caso de que dejáramos un conducto estrecho y sinuoso, por lo que para poder conseguir un sellado hermético deberemos conformar previamente el conducto. Para ello, debemos seguir una serie de pasos que vamos a describir a continuación:
– Dar forma y tamaño adecuados al conducto radicular: La forma natural del mismo es cónica, más ancha a nivel camera y más estrecha a nivel apical. Con la instrumentación vamos a ensanchar el conducto hasta que podamos introducir un cono de gutapercha de calibre tal que pueda ser llevado de una forma fácil hasta la construcción apical . Pero para obtener un buen sellado no es suficiente que una pinta llegue hasta la longitud de trabajo, debemos condensar la gutapercha fuertemente contra las paredes del conducto. Esto nos obliga a introducir muchas puntas y a utilizar instrumentos como los espaciadores. Por estas razones, debemos cambiar la forma del conducto aumentando su conocidad natural. Un conducto claramente cónico es mucho más fácil de obturar que un conducto cilíndrico, y es que este último el espaciador tendrá dificultades para alcanzar la longitud de trabajo.
Con la creación de un stop apical, impediremos que el material de obturación se desplace apicalmente al límite de trabajo.
El final de nuestra preparación debe tener forma de embudo. En el caso de que consigamos esto, la punta principal de gutapercha se adaptará a esa preparación sin la posibilidad de traspasar más allá. Es decir, que transformaremos la constricción en un auténtico stop apical que impida que nuestro material de obturación vaya más allá del límite de trabajo propuesto.
El dar forma y tamaño y la preparación del stop apical es lo que se denomina conformación del conducto radicular.
En el conducto cementario, existe una invaginación del tejido periodontal conocida como muñón pulpar. No es tejido pulpar, es periodontal y está revestido por cementoblastos, células cuya función es formar cemento. Después de la eliminación de la pulpa radicular, el muñón pulpar es capaz de formar cemento, sellando el CDC. Este sellado apical realizado por la aposición de tejido mineralizado es lo que se conoce como Cierre Biológico Apical. Si se produce, el conducto quedará aislado del periápice. Tendremos garantizado el sellado apical y prácticamente con ello el éxito del tratamiento .
Debemos por tanto, ser cuidadosos con los tejidos periapicales. Durante la instrumentación, pretendemos no lesionar el muñón pulpar para no eliminar ni disminuir siquiera su capacidad generadora de cemento. Recordemos que para este o cualquier otro tratamiento, lo fundamental será que acuda a un buen profesional que sepa aconsejarle, y por ende, quedar en buenas manos.
Autor del texto: Dra Clara Duarte Fernández Cueto
La Dra Clara Duarte Fernández Cueto es licenciada en odontología y experta en endodoncia en Clínicas Propdental. Endodoncista exclusiva Licenciada en Odontología. Universidad Internacional de Catalunya (UIC). 2003-2008 Máster en Endodoncia clínica con microscopio y en cirugía endodontica por la UIC en 2008.