La caries, como todos sabemos, es la enfermedad dental prevenible con una mayor prevalencia en la población mundial. Esta afecta tanto a niños como a adultos en todos los rincones del mundo, incluyendo a los niños de nuestro país, que terminan por sufrir en algún momento distintos niveles de caries dental, que además de suponerles molestias y dolor, pueden llegar a comprometer su salud bucodental de cara a un futuro.
Esto ha llevado a que se busque una solución a gran escala y no es para menos, ya que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha catalogado de “Epidemia Mundial”. Por suerte, existen agentes como el flúor, que se conviertene n nuestros grandes aliados para combatirla.
Según diversos estudios, el agua fluorada, es decir, el agua corriente a la que se le ha añadido una mínima cantidad de flúor, nos ayuda a reducir el índice de caries dentales. Esta no es más que una medida preventiva que es llevada a cabo fundamentalmente para ayudar a aquellas personas que no reciben un cuidado dental regular.
Como en todos los ámbitos, podemos decir que esta no es una medida preventiva del agrado de todas las personas. Es más, podemos afirmar que existe una discusión muy intensa acerca de la indicación o no del empleo de agua corriente fluorada. Mientras que por una parte se indica que sus beneficios son notorios en la salud dental de la población, otra parte afirma que los riesgos del flúor son mucho más altos que sus beneficios.
Los argumentos en contra del agua fluorada, y uno de los principales motivos por los que muchas personas y algunas partes de la comunidad científica se opone al agua fluorada simplemente es el hecho de que, el añadir flúor al agua corriente, es el equivalente a medicar de una forma masiva a la población.
Los contrarios a esta medida también afirman que con el agua fluorada las personas no podemos controlar cuál es la cantidad de flúor que estamos ingiriendo, con lo que nos estarían exponiendo a una hipotética sobreexposición. No sólo esto, sino que la fluoración del agua corriente no nos deja opción a si queremos tomarla o no, a no ser que decidamos no beber agua del grifo.
De igual manera, la parte que está en contra también afirma que el agua fluorada podría ser la causante de un gran número de enfermedades incurables, como la fluorosis dental. Esta enfermedad se trata de una hipoplasia o hipomaduración del esmalte dental, que está producida por la ingestión de forma excesiva de flúor durante el desarrollo del esmalte. Los dientes que se ven afectados por la fluorosis dental terminan por cambiar su tonalidad, sufriendo así una coloración desigual que puede ir desde manchas blancas a tonalidades más marrones. Existen algunos casos donde la fluorosis también provoca que el esmalte se termine debilitando, aumentando así los niveles de erosión dental e inclusive las posibilidades de sufrir la caries dental, que, paradójicamente, es la principal consecuencia que se intenta evitar con el agua fluorada.
Pero no por esto nos tenemos que quedar con lo que nos explican del flúor, ya que éste cumple una función de vital importancia a la hora de disfrutar de una correcta salud bucodental.
El flúor tiene como principal efecto positivo el aumento de la resistencia del esmalte dental. De este modo, cuando se produce la aplicación de éste componente sobre nuestros dientes se forma el fluoruro de calcio. De esta manera, tendremos una protección añadida sobre el desgaste y la erosión del esmalte, por lo que protegeremos nuestros dientes ante la temida caries.
Pero los beneficios no quedan aquí, sino que además también tenemos que explicar que otra de sus ventajas es su acción antibacteriana, siendo este componente una de las soluciones con mayor eficacia a la hora de eliminar las bacterias localizadas en la boca.
En el caso de que todavía te sigan quedando dudas sobre el uso del flúor o el agua fluorada, siempre puedes consultarte a tu dentista de confianza. Él te explicará cuáles son los beneficios que puede darle a tu boca. De todos modos, lo que nunca podemos olvidar es que para tener unos dientes sanos, lo más importante es seguir una correcta higiene bucodental, siguiendo una buena técnica de cepillado y usar la seda dental, con el fin de eliminar los restos de comida que puedan quedar entre nuestros dientes y el la zona más próxima a nuestras encías. Para completar esta rutina de higiene, también podemos añadir el uso de un colutorio.
Por último, y no menos importante, debemos hacer especial hincapié en la importancia de realizar una visita periódica semestral a nuestro dentista. Él nos dirá cuál es el estado de nuestra salud bucodental y si sufrimos algún tipo de patología.
Autor del texto: Dr Dario Vieira Pereira
Licenciado en odontología. Se ha especializado con el Máster en Cirugía e implantología por la Universidad de Barcelona, y completó su formación con el Diploma de Estudios Avanzados en la Facultad de Odontología de la misma Universidad. Licenciado en Odontologia 1996-2001 Master de cirugía bucal e implantología bucofacial, Facultad de odontología, Universidad de Barcelona 2001-2004 Diploma de estudios avanzados del Doctorado con clasificación de excelente 2006.