Las enfermedades endocrinas tienen características que hacen especial a cada paciente que las padece. En el artículo que sigue nos encargaremos de repasar las distintas enfermedades, así como cuales pueden ser las complicaciones derivadas de las mismas.
En los pacientes que sufren diabetes existe una alteración en el metabolismo de los hidratos de carbono y los lípidos, que puede agravarse por la realización de una intervención quirúrgica.
La diabetes es una enfermedad que está producida por un defecto en la producción o secreción de insulina, esto dificulta el que se mantenga una glucemia normal. La diabetes puede tener una gravedad muy variada, desde la forma del adulto que se controla con una dieta adecuada, hasta la forma severa juvenil que exige una inyección de insulina.
En los diabéticos, el desequilibrio metabólico induce graves complicaciones: Retinopatía, nefropatía, neuropatía y arteriopatía oclusiva acelerada.
EL diabético exige un control metabólico adecuado que, en el adulto o en el que está bien compensado con tratamiento farmacológico -insulina, hipoglucemiantes orales-, no demandará más medidas que mantener, en el periodo quirúrgico, su régimen y la dosificación habitual de los fármacos mentados.
Los pacientes mal controlados o con cuadros graves deberían ser hospitalizados siendo tributarios de la modificación de su pauta habitual, en este caso generalmente la insulina. Estos cambios deben ser efectuados por el endocrinólogo quien controlará estrechamente al paciente, en especial si la intervención a practicar debe ser realizada bajo anestesia general. En esta situación, el periodo de ayuna necesario implica aún más una mayor dificultad en el control del diabético insulinodependiente.
Desde nuestro punto de vista, los problemas que se presentan habitualmente se pueden deber a un retraso en la cicatrización, a una susceptibilidad mayor a las infecciones o a las alteraciones que la diabetes ha causado en otros órganos o sistemas (lesiones cardíacas, neuropatías, nefropatías, etc).
El diabético puede presentar algunas alteraciones de la cicatrización, que son motivadas por una mala perfusión de los tejidos ya que la microcirculación de éstos está afectada por la presencia de vasculitis y ateroesclerosis. De igual manera, la cavidad biucal tiene una vascularización muy rica, y difícilmente surgen estas complicaciones.
Respecto al riesgo de infección, puede afirmarse que el diabético que está bien controlado no tiene más complicaciones de este tipo que cualquier otro paciente ante la misma operación. Por lo contrario, un diabético que está siendo mal controlado posee un mayor riesgo de infección que un paciente que está sano, y por los efectos nocivos de esta, algunos autores recomiendan instituir una cobertura antibiótica preoperatoria.
Sí que es cierto que una infección puede tener efectos importantes sobre el grado de compensación de una diabetes. Esto se puede traducir en un aumento de la glucemia y por un incremento de importancia en las exigencias de insulina.
Referente a la presencia de vasoconstrictor en la solución anestésica, Pérusee afirma que teniendo presente que la epinefrina tiene una acción opuesta a la insulina, el empleo de esta catecolamina representa una “contraindicación absoluta” para el diabético que no está controlado.
La complicación más grave que nos puede suceder es el que se presente una pérdida de consciencia por coma, ya sea del tipo hipo o hiperglucémico. Antes de entrar en coma, se observará durante algún tiempo (precoma) una serie de signos y síntomas premonitores, es en este el momento en el que debemos adelantarnos emitiendo un diagóstico preciso, para lo cual efectuaremos el estudio de la glucemia capilar mediante tiras reactivas.
Clínicamente pueden presentarse dos posibilidades:
En resumen, siempre debe de solicitarse la colaboración del médico endocrinólogo, y extremar las medidas de precaución con el fin de evitar cualquier posible complicación, entre las cuales se destaca la infección postoperatoria.
Otro problema que es indiscutible cuyo mero hecho de estar ahí supone un factor de riesgo para la anestesia general y la sedación consciente es la obesidad, pero a menudo terminamos por olvidar que también lo es (aunque en menor grado, evidentemente) para la anestesia locorregional. La respiración diafragmática está disminuida per se, pero la posición en el sillón dental todavía reduce más esta capacidad ventilatoria. De hecho, tenemos que considerar a aquel paciente que sufra de obesidad como un insuficiente respiratorio, en el que la presión de oxígeno arterial está cerca de su límite bajo, pero dentro de una normalidad.
A esto le tenemos que añadir una serie de condiciones asociadas, de las que tenemos que destacar aquellas que corresponden al sistema cardiovascular: Hipertensión, insuficiencia cardíaca, alto riesgo de coronariopatía, etc.
Además, también es probable que este paciente sea diabético.
Otros peligros corresponden a las interacciones de los posibles medicamentos que el paciente tome, ya sea por sufrir enfermedades asociadas o por la propia obesidad. Debe vigilarse en este sentido, por ejemplo, los agentes simpaticomiméticos que se emplean como anorexígenos (las anfetaminas habían sido utilizadas para este fin) o los extractos tiroideos, todos ellos están destinados a aumentar el metabolismo basal.
Autor del texto: Dr Dario Vieira Pereira
Licenciado en odontología. Se ha especializado con el Máster en Cirugía e implantología por la Universidad de Barcelona, y completó su formación con el Diploma de Estudios Avanzados en la Facultad de Odontología de la misma Universidad. Licenciado en Odontologia 1996-2001 Master de cirugía bucal e implantología bucofacial, Facultad de odontología, Universidad de Barcelona 2001-2004 Diploma de estudios avanzados del Doctorado con clasificación de excelente 2006.