Los injertos óseos cumplen una función tanto de carácter mecánica así como una función biológica. En la interfase óseo – huésped, podremos encontrar que existe una relación muy compleja, en donde son múltiples los factores que pueden intervenir para que la incorporación del injerto sea exitosa. Podemos encontrar diversos tipos de injerto, hablaremos de los injertos autólogos
En primer lugar, los injertos autólogos, que son los que provienen del mismo paciente.
En segundo lugar, los injertos alogénicos, que son los injertos que si bien no son de un mismo paciente, provienen de la misma especie, es decir, hombre a hombre.
En tercer lugar, podemos encontrar los heretoinjertos, estos son los injertos de un individuo a otro de especies distintas, como son los bovino – hombre, porcino – hombre…
Por último, existen los injertos aloplásticos, que son productos de origen artificial, hidroxiapatita sintética o coralina.
En este artículo, nos centraremos en los injertos autólogos.
Como hemos dicho con anterioridad, estos son aquellos que se toman de una parte del paciente y se toman en otra. Este tipo de injerto se puede dividir en diversos tipos:
Fragmentos de hueso cortical (cortical bone chips
Estos procedimientos fueron dictados en el año 1965 por Nabers y O’Leary. Se trata de obtener virutas de hueso cortical de la misma zona quirúrgica sobre la que se está trabajando. Utilizando este tipo de tratamiento se han descrito incrementos coronales en la altura del hueso.
Una de las desventajas de esta técnica es que el tamaño de los gránulos son excesivos, así que la técnica fue sustituida por el hueso triturado, también llamado “bone blend”. Esta es una técnica descrita por Diem en el año 1972, pero con un tamaño del grano mucho más fino.
A día de hoy, y gracias a diversos estudios, se conoce que los gránulos de tejido cortical tienen una notable dificultad para reabsorberse. Esto es debido a que su superficie resulta menos atacable por los osteoclastos que la de un gránulo del mismo tamaño pero de origen esponjoso.
Coágulo óseo (osseus coagulum)
Robinson en el año 1969 fue el primero en describir este procedimiento, e introdujo la teoría de que los fragmentos óseos más pequeños son los que se reabsorben con una mayor facilidad. Esto se obtiene mediante el fresado con una fresa redonda del sitio quirúrgico y mezclando el material resultante con sangre del paciente. Esta técnica puede obtener unos resultados más notables si se emplea un aspirador con recolector de hueso (bone tramp). El procedimiento no permite valorar las posibles cantidades de recolección.
Mezcla ósea (bone mix)
Esta técnica surgió a raíz de la necesidad de mejorar la manipulación del coágulo óseo. El hueso se obtiene tanto de cortical como esponjoso, y se tritura en un mortero para amalgama y se lleva a la zona con un porta – amalgamas estéril.
Hueso medular intraoral Intraoral cancellous marrow)
Los sitios donantes de este hueso son sitios de nueva formación ósea. Se obtienen entre la octava y la duodécima semana., y no han aportado mejores características que el hueso extraído de otras zonas. Las desventajas son el poco tejido que pueden aportar, y que no siempre se dispone de una zona de reciente cicatrización cuando necesitamos hacer la regeneración.
Hueso medular extraoral (extraoral cancellous marrow)
En general se cree que el hueso medular tiene un mayor poder osteogénico. Este se puede obtener de cresta ilíaca superior, anterior o posterior, y se emplea tanto fresco como congelado. En el caso de regeneración tisular, el hueso fresco ha presentado inconvenientes como la reabsorción de la superficie radicular cercana al injerto, cosa que no ha pasado con el injerto óseo de cresta ilíaca congelado.
Axhausen y Barth en el año 1907 y 1908 respectivamente, estudiaron la secuencia histiológica de la reparación de un injerto óseo autólogo transpolantado y determinaron que el injerto llega a necrosarse y que el éxito del proceso depende del contacto íntimo del injerto con el lecho receptor. El hueso que se necrosa es reemplazado por un tejido nuevo que se mueve a lo largo de los canales creados por proliferación de los vasos sanguíneos.
Para que exista una incorporación adecuada, deben de acontecer determinadas circunstancias, tales como la actividad proliferativa de las células osteoprogenitoras, la diferencia celular, osteoinducción, osteoconducción y las propiedades bioquímicas del injerto y del lecho.
Durante la primera semana, se produce una respuesta inflamatoria que se caracteriza por infiltración vascular que proviene del lecho receptor. Esta situación proporciona nutrientes al tejido trasplantado: Infocitos, células plasmáticas, tejido conectivo fibroso con células mononucleares y polimorfonucleares, envuelven de forma progresiva al trasplante.
Durante la segunda semana, la inflamación ha sidminuido y el tejido fibroso y de granulación aumentan en el lecho receptor y se incrementa así la actividad osteoclástica.
Tras la respuesta inflamatoria inicial y algiogénesis, el tejido necrótico de los espacios medulares de los canales harvesianos es gradualmente removido por la presencia de macrófagos. Los vasos sanguíneos crecen dentro del injerto llevando a las células mesenquimatosas a los espacios medulares.
Tambien a partir de la segunda semana se presentan diferencias entre la reparación del injerto medular y el cortical. El medular tiene un gran número de células hematopoyéticas, elementos vasculares y grasa medular, y hay un número considerable de células en la superficie trabecular o cercana a ella, que pueden sobrevivir en el injerto y así contribuir a la respuesta osteogénica del injerto óseo sobre el lecho receptor, aunque existen muchos de estos componentes celulares que se pierden a causa de la necrosis.
La revascularización del injerto medular puede acontecer en horas, dando como resultado anastomosis termino – terminal de los vasos – huésped al injerto. En el tejido medular injertado, las células osteogénicas se diferencian primero en osteoblastos que se alinean a nivel de las trabéculas y depositan tejido osteoide.
Digamos que las diferencias entre la reparación del tejido cortical y medular son las siguientes:
Injerto contiguo: Bone swaging
Esta técnica se basa en la fractura en tallo verde, y consiste en practicar una hendidura en la cresta del reborde alveolar y dps perpendicular a estas en la tabla externa. Con un escoplo y un martillo se fractura el fragmento, logrando de esta manera aumentar el ancho del reborde. El esacio que se logran entre las tablas internas y externas se puede rellenar con injertos particulados del tipo autólogo, heterólogo, aloplástico, etc.
Esta técnica requiere de tener una habilidad importante por parte del cirujano, y es que esta fractura en tallo verde es difícil de lograr, y en el caso de que se produjera una fractura total, ésta debería tratarse como un injerto en bloque.
Autor del texto: Dr Dario Vieira Pereira
Licenciado en odontología. Se ha especializado con el Máster en Cirugía e implantología por la Universidad de Barcelona, y completó su formación con el Diploma de Estudios Avanzados en la Facultad de Odontología de la misma Universidad. Licenciado en Odontologia 1996-2001 Master de cirugía bucal e implantología bucofacial, Facultad de odontología, Universidad de Barcelona 2001-2004 Diploma de estudios avanzados del Doctorado con clasificación de excelente 2006.